¿Música para combatir la pobreza?



En México ya es común encontrarnos con algún articulo, tweet, o discurso alusivo al movimiento de las orquestas y bandas juveniles en donde se haga hincapié en la música como herramienta para “combatir la pobreza,” “regenerar el tejido social,” o “disminuir la violencia.” En la mayor parte de los casos muchas de estas hipótesis, al carecer de sustento, se quedan atoradas en un discurso fantástico (por no decir político) y a veces ilógico. Es por ello que considero pertinente hacer un llamado para ir más allá de las pinceladas mediáticas y animar un debate serio en torno a la educación musical como una verdadera disciplina capaz de mediar, transformar, y construir mejores ciudadanos.

Yo si creo que la educación musical puede animar el desarrollo humano de jóvenes en edad de formación. Pero todos los que abogamos por ella debemos ser cuidadosos al elaborar el discurso (y las estrategias pedagógicas) que sustente la premisa.  También debemos ser conscientes de que la música debe ser vista como una herramienta para facilitar nuevos procesos que señalicen al cambio social. Howard Gardner nos brinda la explicación más lucida al respecto—el ejercicio de la música es una invitación para descubrir una pasión interior hacia el aprendizaje. Entonces cuando un joven se da cuenta de que sus esfuerzos se traducen a logros concretos y estos crecen con la disciplina del tiempo, se gesta así, un vocabulario de aprendizaje que puede ser transferido a múltiples dominios de acción mas allá de la practica musical (Scripp et al 2014). A medida de que el alumno adquiere esas herramientas su desarrollo cognitivo y motivación intrínseca (vea usted este niño que ama tanto su violoncello que duerme con el—http://youtu.be/oIGUXapsI-I?t=39m11s) lo hace mas propenso a alcanzar el éxito profesional. Mucho me llama la atención ese proceso de cambio. La educadora Maxine Greene se refería a esto como el fenómeno de wide-awakeness. José Antonio Abreu lo plasma en su idea de ser y no ser todavía. En otras palabras, el ejercicio de la música invita al alumno a descubrir su humanidad como realidad permanentemente inacabada y esto puede ser vital para su desarrollo pleno.

Me pregunto una vez más, ¿Puede la música combatir la pobreza?

Si lo creo. Pero para no pecar de ingenuos habrá que pensar la música como parte de un proceso de educación más amplio. Un ciudadano que tenga la capacidad de aprender, pensar y mejorarse continuamente será más completo y luchará por alcanzar sus objetivos desde cualquier posición o estrato social. La investigación contemporánea en torno al ejercicio de la educación estética nos indica que los estudiantes que estudian música son cuatro veces más propensos a ser reconocidos por su desempeño académico. Los estudiantes que se dedican a perfeccionar un instrumento musical ganan terreno a sus pares en perseverancia. También desarrollan su capacidad de retener información en todas las disciplinas académicas. Se disminuye la deserción escolar. Los niños también cultivan sus habilidades de razonamiento abstracto que los lleva a aplicar conocimientos y visualizar soluciones. Es así como la música puede generar un cambio social de raíz. Porque ayuda a desarrollar capacidades cognitivas de una manera mucho más sofisticada (me atrevo a decir) que las matemáticas o las lenguas. Y además por su carácter de actividad comunitaria y afectiva (dentro de los coros, estudiantinas, bandas, etc.) puede ser también factor de cambio del perfil sociológico de sus integrantes. 

Dice Guillermo Sheridan en el blog de Letras Libres que en México “se enseña poca música en las escuelas y no hay mejor escuela imaginable.” Yo creo que el Estado debe considerar elevar esta disciplina a un lugar de mayor importancia dentro del currículo académico. Al tenor de esa visión, las organizaciones civiles pueden ser participes del proceso gestionando recursos, ideas, y oportunidades. Esto nos puede llevar a desarrollar capital humano y ganar productividad para el bien de todos. Cabe destacar que entre los países que obtienen las más altas calificaciones en matemáticas y ciencias (Japón, Hungría, Holanda, entre otros con alto índice de desarrollo económico) es obligatoria la educación musical. Los jóvenes mexicanos que menos tienen merecen triunfar y ser ejemplo de superación. Hay que hacer el esfuerzo por darles nuevas herramientas para que puedan salir victoriosos del círculo vicioso de la pobreza. Y para vencer ese mal pudiéramos voltear a ver más de cerca la música. Vale la pena el experimento.

Agosto 2014

Notas: 


Gardner, Scripp, et al. “El Sistema: Music Lessons to Rebuild the World” Open Source with Christopher Lydon, 2014. http://www.prx.org/pieces/114241-el-sistema-music-lessons-to-rebuild-the-world

"Re-Investing in Arts Education: Winning America’s Future Through Creative Schools." The President’s Committee on the Arts and Humanities, 2011. http://www.pcah.gov/resources/re-investing-arts-educationwinning-americas-future-through-creative-schools
 
"Lessons from PISA for the United States, Strong Performers and Successful Reformers in Education.” OECD Publishing, 2011. http://www.oecd.org/pisa/46623978.pdf

“Music Matters: How Music Education Helps Student Learn, Achieve, and Succeed.” Arts Education Partnership, 2011. http://www.aep-arts.org/wp-content/uploads/2012/08/Music-Matters-Final.pdf
 
"Prediction: Identifying potential dropouts." The Center for Public Education, 2007.  http://www.centerforpubliceducation.org/Main-Menu/Staffingstudents/Keeping-kids-in-school-At-a-glance/Keeping-kids-in-school-Preventing-dropouts.html.
 
*En México, 53.8% de los niños y jóvenes de cero a 17 años de edad son pobres, mientras que tres de cada 10 pasan “hambre.” CONEVAL, UNICEF 2012

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